Por qué tener mentalidad de abundancia es mil veces mejor que tener mentalidad de escasez

Creemos que el tiempo, la energía y la fuerza de voluntad están a nuestro alcance cuando queremos. Pero… ¿Qué pasa cuando estamos al límite en todos estos frentes? ¿Qué nos ocurre cuando tenemos poco tiempo, energía, dinero, motivación, etc.? Surge la escasez. Y la escasez puede ser una trampa.

Una mentalidad de escasez podés reconocerla cuando estás sobrecargado de trabajo, abrumado y/o desconcentrado. Es una mentalidad en la que nos sentimos atrapados en nuestras propias ansiedades o con la atención limitada para realizar nuestras tareas.

La verdad es que solo disponemos de una cantidad determinada de foco cada día. Cuando agotamos esa capacidad, nuestra mente cansada, consume de los pocos recursos que le quedan libres y nos saca la posibilidad de afrontar otros retos. Esto se ve así: pensás en el trabajo mientras estás en el partido de fútbol de tu hijo; estás disperso en una reunión por la ansiedad de pagar las facturas o, simplemente, te sentís abrumado. 

Sin embargo, no tenés que vivir con esta carga. Podés cambiarla para que juegue a tu favor.

La mentalidad de abundancia y la mentalidad de escasez, son formas de ver el mundo. De cómo veas el mundo va a depender lo que obtengas de él. 

Si modificaras tu agenda, con foco en tus prioridades, podrías vivir una vida abundante. Solo imaginá una vida llena de tiempo y energía extra para dedicar a las personas y a aquello que más te importa.

Recordá diferenciar lo principal de lo importante

Si te sentís desbordado por la cantidad de tareas pendientes, puede que te encuentres en un conflicto de prioridades. Quizás es el momento de que consideres sentarte y replantearte en qué estás gastando tu energía. Aunque muchas tareas son importantes, lo cierto es que muchas de ellas son secundarias. Pero si actúas como si todo fuera una prioridad, te vas a encontrar en una situación donde te sentirás tironeado en un millón de direcciones.

En lugar de eso, tenés que sentarte con tus objetivos y priorizar. Usá esta pregunta para enfocarte en lo importante:

«¿Cuál es la ÚNICA acción que puedo hacer de tal manera que al hacerla todo lo demás será más fácil o innecesario?».

Si te centrás en lo único que podés hacer ahora, vas a descubrir cuál es tu primera ficha para generar un efecto dominó.

Según la ley 80/20 de Pareto, la clave está en identificar el 20% más crucial de tus tareas y aplicarle el 80% de tu esfuerzo. 

La verdad es que la mayor parte de lo que consideramos «prioridades”, no lo son. Son tareas de las que podemos encargarnos por medio de un par de correos electrónicos o de la delegación a otras personas. Por eso cuando sientas que tu tiempo y energía son escasos, tenés que centrarte en lo que es tu 20% y dejar de lado el resto. De esta manera, podrás asignar tu tiempo y energía a lo más importante, dándote el espacio para concentrarte en ello.

1, 2, 3… ¡Se detiene el tiempo!

Una vez que hayas averiguado cuál es tu 20%, tenés que bloquear un tiempo para dedicarle. Un bloque de tiempo es un período o espacio de tu agenda que reservás para centrarte en determinadas tareas. En lugar de esperar que te llegue la inspiración para trabajar en atraer potenciales clientes o escribir tu próximo artículo, lo programás. De este modo, sabés cuándo y cuánto tiempo vas a tener para centrarte en tus prioridades y mantener el ritmo.

Si la idea de bloquear el tiempo es nueva y te presenta un desafío (y es probable que lo sea si estás tratando de equilibrar el trabajo desde casa, la educación de tus hijos y el mantener tu hogar ordenado), empezá poco a poco. Reservá intervalos de quince minutos para trabajar en varias tareas. Puede que no parezca mucho, pero quince minutos pueden ser un gran logro.

Además, programar bloques de trabajo, también es una muy buena manera de conseguir el apoyo de quienes te rodean. ¿Cómo? Podrías explicárselo a tus compañeros de trabajo, amigos o familiares.  Por ejemplo, tu pareja puede encargarse de las tareas con tus hijos mientras vos mandás algunos correos electrónicos. En otras palabras, este sistema permite que todos sepan exactamente dónde estás y en qué estás trabajando. Eso te va a ayudar a respetarte a vos mismo y a tu tiempo (y que las personas de tu entorno también lo hagan).

Construí un búnker y ponete a trabajar

Tener tu espacio de trabajo delimitado puede ser una buena estrategia para salir de la mentalidad de escasez (Y no, no es una simple oficina). Un búnker es un espacio laboral hecho a medida para ayudarte a ser más productivo y puede ser una herramienta increíble para influenciarte a hacer mejor tu trabajo.

Si querés construir en casa este tipo de oficina que aumenta tu concentración, tené en cuenta lo siguiente:

1. Alimentá tu cabeza

Una de las mejores maneras de sacar el máximo provecho a nuestros días es asegurarnos de que recibimos los nutrientes adecuados para alimentar nuestra mente y nuestro cuerpo. Asegurate de que tu oficina esté llena de snacks saludables que te van a mantener activo durante todo el día. Tener siempre a mano algo sano para picar, le da un empujón a tu cerebro y evita que te levantes aburrido en busca de comida “chatarra” (o tal vez eso sea solo cosa mía).

2. Elegí la temperatura perfecta

Puede parecer algo trivial, pero se demostró que la temperatura tiene un impacto en la productividad.  Por ejemplo, asegurate de que tenés la calefacción o el aire acondicionado a la temperatura perfecta para hacer lo que tenés que hacer. O dejate a mano elementos que te ayuden a mantener la temperatura regulada: una manta o un ventilador. Lo que sea necesario para asegurarte de que estás lo más cómoda posible.

3. No te dejes llevar por las distracciones

Las distracciones tienen muchas formas, y si querés aprovechar al máximo tu espacio de trabajo, es importante contar con las herramientas necesarias para evitar que estas distracciones aparezcan. Si estás en un entorno ruidoso, invertí en unos auriculares con cancelación de sonido. ¿Tenés dificultades para ignorar la tentación de las redes sociales? Instalá una aplicación que bloquee por un tiempo tu acceso. ¿Te preocupan las interrupciones? Poné un cartel en tu puerta, cerca de tu escritorio, o creá una respuesta automática por correo electrónico. De esta manera, comunicás a la gente que estás concentrado y hacés saber la hora a la que podrían contactarse con vos si necesitan algo.

Obtener más por menos

Todas estas tácticas son de mucha utilidad, sin embargo, el principal truco es centrarse en sacar el máximo provecho de nuestro tiempo asignado para esa tarea, en lugar de utilizar todo el tiempo disponible que poseemos. Ser más inteligentes con nuestro tiempo, y saber cómo lo gastamos, nos permite tener espacios libres para dedicarlos al descansar, al deporte, a la creatividad, entre otras actividades que recargan nuestra energía. Contar con otras actividades -aparte de las laborales- hace que disfrutes más de tus días y lleves una vida más equilibrada. En lugar de estar atrapados en una sensación de escasez mental, reasignamos nuestros recursos para ser más eficientes. Eso va a ampliar tu capacidad para centrarte en las cosas que necesitás, cuando lo necesitás

Recordá, de cómo vemos el mundo va a depender lo que obtengamos de él.

La abundancia se asocia a menudo con tener más. Pero cuando se trata de recursos finitos -como el tiempo- solo se nos asigna una cantidad y todos tenemos las mismas 24 horas.

Si queremos sentir que tenemos abundancia de tiempo, no tenemos que hacer más para conseguir más. Tenemos que hacer menos de forma eficiente para conseguir más. Una vida abundante puede venir de muchas formas, pero cuando somos capaces de centrarnos en nuestras prioridades y enfocarnos, abrimos la posibilidad de que si todo sale bien, pueda salir aún mejor.

Momento de aplicar lo aprendido… ¿Cuáles son algunas de las maneras en que podés reasignar tu tiempo y recursos durante los próximos meses? Recordá que esto marcará la diferencia para empezar a sentir la abundancia.

Fuente: Fabiana Mejalelaty https://www.alumbralab.com/ *Inspirado en artículo The ONE Thing