Casos de exito

A Mondongo’s le hacen fila como hace 46 años

El restaurante empezó en un local que no tenía espacio para más de 20 personas. Hoy día opera dos puntos en Medellín y uno en Miami.

Todos los días a la oficina de William Vargas, el gerente de Mondongo’s, entran llamadas de varios interesados en comprar una franquicia. Muy probablemente es porque han visto las filas de comensales que se forman afuera del local ubicado en la carrera 70.

No importa el día, siempre hay gente esperando una mesa para poder comerse uno de los platos que se convirtió en mito entre los paisas. Y mientras aguardan su turno, en las paredes pueden observar el desfile de fotografías que retratan a las grandes personalidades que alguna vez visitaron el negocio.

En ese hall de la fama, se pueden ver cantantes, futbolistas, empresarios y políticos, cuyos nombres no vamos a citar porque a la vuelta de 30 años, quizás, el único que seguirá vigente es el de Mondongo’s.

Del pueblo a la ciudad

Los esposos Octavio Velásquez y Julieta Vargas, fundadores de la marca, son oriundos de Ciudad Bolívar, Suroeste antioqueño. Cuenta la historia que en ese pueblo los domingos después de la misa de 12:00, la gente se reunía para almorzar con el mondongo preparado por las matriarcas.

Durante una visita a Medellín, un amigo de don Octavio se antojo de la tradicional sopa. El problema es que no fue fácil encontrarla. Y cuando la logró ubicar, tampoco era lo que su paladar esperaba.

William Vargas, quien además es el hermano de doña Julieta, narró que una vez este hombre retornó a Ciudad Bolívar, le propuso a Octavio que montara un restaurante para vender la preparación con la receta de su familia. Pero al futuro emprendedor le asaltó una inquietud: qué nombre le iba a poner a su empresa: “lo ponemos mondongo’s, con un apóstrofe”, le propuso el amigo.

Fue así como el 9 de octubre de 1976, en San Juan, se inauguró la exitosa marca en un local que no aguantaba un aforo superior a 20 personas.

Algo que muchos no saben es que el insigne logotipo fue dibujado en una servilleta y hasta el sol de hoy permanece tal como quedó en ese trozo de papel.

A Mondongo’s le hacen fila como hace 46 años

Mondongo gratis

El día de la apertura, a los dueños se les ocurrió regalar el plato de mondongo a los transeúntes; la mayoría de ellos acompañaban a los pacientes de dos clínicas que quedaban cerca.

“Un señor que estaba a alicorado —relató William— se enfureció cuando le regalaron el mondongo y dijo: yo nunca he entrado a un restaurante a pedir limosna ni a que me regalen nada. Entonces hubo que cobrarle. Pero a partir de ese día, esto ha sido un éxito”.

Pasaron los primeros cuatro años cuando los fundadores tuvieron que enfrentar la primera dificultad: una ampliación urbanística se iba a llevar por delante el local y había que tomar una decisión: cerrar o empezar de nuevo en otro sitio. Eligieron la segunda opción y se convirtieron en los primeros restauranteros de la 70 que se ubicaron en un segundo piso.

La fortuna judía

William Vargas tomó la gerencia desde principios de los 80 por petición de los dueños y le tocó una de las peleas duras que ha tenido el negocio: el registro de la marca.

Al ser un nombre genérico, ninguna cámara de comercio aceptaba la marca. Pero durante un velorio judío, William conoció a un personaje que se especializaba en esa clase de lío jurídico y le ayudó a registrar a Mondongo’s.

Lo cierto es que hasta ahora la cadena cuenta con dos locales en Medellín (la carrera 70 y la calle 10) y uno en Miami. A este último, según el gerente, ya se le quedó pequeño el espacio que tiene allá. Son alrededor de 200 parqueaderos y no dan abasto.

El reconocimiento de esta empresa le permitiría tener muchos más puntos, pero la familia, de acuerdo con las palabras de William Vargas, no quiere que se pierda el toque humano que ha hecho la diferencia durante las más de cuatro décadas de existencia.

“A los negocios les hacen fila, máximo, hasta los 16 años. Eso lo dijo un conferencista español. Cuando supo que a Mondongo´s se la hacían desde hace 46 años se sobó la cabeza. La única clave es que servimos con amor”, resaltó.

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