Opinión

Los 2 factores que no dejan crecer a las Pymes argentinas, según este experto

La alta presión fiscal en la Argentina ahoga financieramente a las pymes. Los múltiples regímenes de retención, y sobre todo los provinciales, recaudados a través de las cuentas bancarias, no sólo erogan gravemente a su capital de trabajo en el día a día, sino que también alienta la informalidad.

COMPARACIÓN CON OTROS PAÍSES

La presión fiscal en la Argentina de hoy es de las más altas del mundo. Una reciente publicación del «Doing Business 2020» del Banco Mundial que estudió a 190 países, al sistema tributario argentino lo ubicó en el puesto 170.

La Argentina tiene más de 150 impuestos, de los cuales muchos son totalmente regresivos. Y no sólo debe considerarse estrictamente el costo fiscal, también, sobre todo para las pymes, debe ponderarse el costo administrativo existente para poder cumplir con todas las obligaciones de liquidación, información y verificación ante los distintos fiscos nacionales, provinciales y municipales.

Merece resaltarse que en los países desarrollados los deberes de información son muchísimos más laxos que en la Argentina. A modo de ejemplo, en los Estados Unidos la declaración jurada anual del impuesto a las ganancias debe tener el 10% de información que la requiere el fisco argentino actualmente. Y aún así, con los altos niveles de información que el fisco local dispone y maneja, los estándares de evasión son muchísimos más altos aquí que en los países desarrollados.

¿ES POSIBLE REDUCIR EL NÚMERO DE IMPUESTOS?

Considero que la reducción de la carga fiscal debe ser abordada sectorialmente. Las últimas reducciones generales y amplias no fueron eficientes pues no potenciaron la actividad y el país terminó finalmente perdiendo recaudación.

Debemos ser inteligentes en cómo encaramos entonces una reforma fiscal para que sea exitosa y fundamentalmente virtuosa.

En las actividades más formales es más sencillo aplicar una reducción fiscal, por los mecanismos de control que tiene el Estado.

A modo de ejemplo, en el sector automotriz podríamos aplicar una política de reducción de carga fiscal en todo la cadena, bajando aranceles, impuestos internos, ingresos brutos, sellos, IVA, etc. llegando en consecuencia con una baja concreta de precios al consumidor final.

Esta baja en la recaudación podría compensarse con la venta de mayores unidades y, por ende, recuperar recaudación por ese lado. En otros sectores más informales, donde es más difícil el monitoreo, la reforma debería tener que ver con incentivos concretos (baja de cargas sociales, de tasa corporativa, etc.) conceptos que inviten a los contribuyentes y a los que no lo son a formalizarse.

Obviamente, entiendo que toda reducción fiscal también debe ser acompañada de la baja del gasto.

IMPUESTOS DISTORSIVOS

Los impuestos que distorsionan el mercado son fundamentalmente los que se aplican sobre las ventas en forma directa, acumulándose en las distintas etapas de producción y también los patrimoniales con altas tasas de imposición.

Los primeros, como por ejemplo ingresos brutos, sellos, impuestos internos, generan que los productos en la Argentina, más allá de la incidencia del tipo de cambio, sean mucho más caros que en el exterior erosionando en consecuencia el poder de compra de los salarios.

Los segundos son muy dañinos porque desincentivan la inversión de los empresarios y generan, como está ocurriendo actualmente, el cambio de residencia con la consiguiente pérdida de inversión en el país.

Considero que deberíamos ser más federales en la recaudación de los impuestos. Las provincias deberían centrar su recaudación en los impuestos directos, como previó originalmente la constitución. Que el ciudadano considere el factor fiscal como uno más para elegir dónde vivir, dónde montar su empresa.

Como sucede hoy actualmente en los Estados Unidos, con la gente que se muda de un estado «caro» como Nueva York a otro más «económico» como el de la Florida. Cabe resaltar que ello también generaría que las provincias no sólo recauden sus impuestos sino que traten de administrarlos mas eficientemente y no dependan de la coparticipación y/o del Estado Nacional.

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